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La falta de voluntad política genera una doble agonía en la aplicación de la eutanasia en Andalucía

ISABEL TORRES – Asoc. Derecho a Morir Dignamente

Hace unas semanas se cumplía un año de la aprobación de la Ley de Eutanasia en España.

Una norma que nacía para facilitar y dar seguridad jurídica en el acto deliberado de dar fin a la vida de una persona por voluntad expresa de esa persona y con el objeto de evitar sufrimiento. Así viene recogido literalmente en la norma.

Un año después de su aprobación hay comunidades autónomas donde ese proceso aún no alivia sufrimiento. Es el caso de Andalucía. Antonio Buenavida se suicidó el lunes a sus 66 años en Sevilla después de que los trámites para la eutanasia se alargaran hasta hacer insoportable el cáncer de páncreas terminal que padecía.

Había solicitado la eutanasia, consciente de que la decisión sobre su final solo le pertenecía a él. Así lo dijo en TVE hace unas semanas. La agonía a la que le estaba abocando la burocracia y unos plazos que se extendían lo llevaron a optar por una muerte en soledad, casi en la clandestinidad, muy diferente a la muerte digna que había deseado.

Dicen sus amigos y compañeros que ha hecho de su muerte un acto de denuncia. Y ha conseguido poner los focos sobre esta agonía añadida. Un logro final para este activista de causas justa que amaba la vida pero no acosta de cualquier cosa.


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