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La ganadería extensiva y ecológica ayuda a mitigar el cambio climático y a mantener tierras de pastos que facilitan la eliminación de los gases de efecto invernadero

ANTONIO RODRÍGUEZ – COAG

Consumo excesivo de carne y sus consecuencias tanto para la salud como para el planeta.

En cuanto a la producción masiva, la ganadería intensiva, los datos están ahí y evidencian su fuerte impacto medioambiental y su contribución a la crisis climática. Ahora, en plena polémica sobre la campaña del Ministerio de Consumo, que incluso ha llevado a la estructura interna del Gobierno a presenciar ciertas tensiones, la producción y el consumo excesivo de carne abre un interesante debate. En especial, a la hora de encontrar los contrapuntos de sus impactos negativos, porque no se puede generalizar ni meter todo en el mismo saco.

No podemos olvidar que una buena estrategia de producción y consumo de carne pasa por apostar por los tipos de ganadería más benigna para el entorno. La ganadería extensiva y ecológica mitiga el cambio climático, es un cortafuegos natural y ayuda a mantener tierras de pastos que actúan como sumideros de CO2. Mientras, las macrogranjas, la ganadería intensiva, destruyen el entorno natural para cultivar el gran volumen de forraje que sirve de alimento para el ganado, entre otros efectos nocivos que trae consigo. Vamos a diferenciar ambos modelos, conocer sus características y fijarnos, en especial, en las bondades de la ganadería extensiva que, además, fija la población al territorio y sustenta la economía en el mundo rural. Hablamos con Antonio Rodríguez García, responsable ganadería de COAG


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