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Las excavaciones arqueológicas del Castillo de Aracena abren sus puertas al público para que los lugareños y turistas conozcan el pasado del municipio a través de visitas guiadas por los propios arqueólogos

Éste es el proyecto estrella de la conmemoración durante este año del I centenario de la apertura al turismo de la Gruta de las Maravillas de Aracena. El objetivo es que los vecinos de Aracena conozcan primero el resultado de los trabajos desarrollados durante más de un año. La idea es que los guías sean los mismos arqueólogos responsables de la excavación. Después se abrirá al público con visitas turísticas y recorridos guiados.

La intervención arqueológica en el recinto fortificado del Castillo de Aracena continuará tras la culminación de la primera fase en la zona del Alcázar, que finalizará en breves semanas. Una actuación cuyo objetivo es la restauración, conservación y posterior oferta turística de una zona emblemática de la localidad serrana, que durante décadas ha estado algo abandonada.

Los visitantes podrán ver en la zona del Alcázar la reconstrucción de parte del recinto amurallado y las torres. Para ello se han colocado varias pasarelas por el perímetro de la muralla, para que las personas puedan ver con facilidad los trabajos realizados. Además, en las torres se han ubicado miradores con vistas únicas de la comarca. El acceso se hará desde el conocido como carreterín peatonal a través de una puerta, que guarda semejanza y ubicación con las que tenía la muralla en sus orígenes.

Lo más destacado será poder ver in situ una ciudadela almohade y en concreto una vivienda completa islámica, ya que en las primeras excavaciones en zonas con diferentes niveles entre los siglos XI al XIII ha quedado de relieve que Aracena tuvo un importante pasado islámico entre los siglos XI al XIII. Los restos aparecidos demuestran que Aracena tuvo un importante asentamiento almohade (siglos XI y XII) previo a la reconquista cristiana que arrasó con todo lo anterior. Unas de las piezas más interesantes encontradas fueron siete dinares acuñados en la Taifa de Sevilla, bajo el reinado de Al-Mutadid, en los años 441-450 de la Hégira (1049-1058 de la Era cristiana).

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